Nada como no estar solo, porque no lo estamos, caminar al lado de quien es sensible a los retos del respirar a conciencia en condición de ser humano, dicha condición que se vive, pero muchas veces no se interioriza, solo se experimenta en el mejor de los casos; justo ahí , en ese límite de contemplar el acantilado, ahí está ella, Victoria, haciendo de ella en esencia, transformando las inquietudes en aprendizaje, inyectando dosis de perspectiva, cambiando ahogos por suspiros de sosiego; mi experiencia en el proceso de indagación inquietante es el de posar mis mariposas del desconsuelo en el jardín de su trayectoria: me abrazó los monstruos, desnudó los prejuicios, para recordarme que se vive un paso a la vez con trémulas pisadas para dejar la huella necesaria y constancia de que sí estamos vivos. Gracias y gracias.
« Nada fue ni será, TODO ES, todo tiene esencia y presente » H.H
Paciente